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III: LAS INUTILES GUERRAS DE LOS HÉROES FALSOS
La independencia fue, en realidad, producto de un pacto inconfesable entre la corona española y un oficial criollo cursi e iluso; y la revolución, una sanguinaria pelea de perros entre bandoleros y saqueadores.
En septiembre de 1847 los ejércitos de Estados Unidos llegaron hasta la capital de México, un país mucho mayor que ellos, e izaron su bandera en el Zócalo.
El hecho fue aplaudido por Marx y Engels, pues mostraba que una (entonces) pequeña república, donde por primera vez las fuerzas de la producción eran libres, podía fácilmente aplastar al (entonces) gigante de régimen feudal y precapitalista, que en 1821 había heredado de España un territorio inmenso que tenía por fronteras a Oregon, en el norte, y a Colombia en el sur (pues Panamá era parte de ese país), sin conseguir mantener su integridad.
Perdida la guerra, por parte de México, tras una serie de desastres militares, torpezas y pugnas internas en plena guerra, los Estados Unidos exigieron como botín los territorios del norte, que iban desde Nuevo México hasta California, así como el reconocimiento de la independencia de Texas, proclamada 10 años antes. Para México, éstos habían sido territorios sin mayor utilidad económica.
El informe secreto de Aranda
No fue un hecho sorpresivo la guerra, pues 65 años antes, en 1783, el conde de Aranda escribía al rey de España lo siguiente, en un informe secreto acerca de los recién independizados Estados Unidos, el país más joven del mundo y el primero en darse un régimen republicano: "Mañana será gigante, conforme vaya consolidando su constitución y después un coloso irresistible en aquellas regiones... La libertad de religión, la facilidad de establecer las gentes en territorios inmensos y las ventajas que ofrece aquel nuevo gobierno, llamarán a labradores y artesanos de todas las naciones... y dentro de pocos años veremos levantado el coloso que he indicado."
El conde de Aranda le pide al rey desprenderse voluntariamente de sus provincias americanas y crear en ellas reinos independientes, aunque fraternales. La monarquía español rechazó la idea, exactamente la misma sobre la que Inglaterra ha mantenido, hasta el presente, su influencia desde Australia a Canadá.
El aviso de Onís
Pasaron 30 años de las predicciones de Aranda y en 1812, ya en plena guerra de independencia, la guerra que había querido prevenir el conde, el embajador de España ante los Estados Unidos, Luis de Onís, escribe al rey de España desde Filadelfia, pues los Estados Unidos construían su capital con las ideas urbanísticas más avanzadas de la época: "Cada día se van desarrollando más y más las ideas ambiciosas de esta República y confirmándose sus miras hostiles contra España" (eran contra México las miras hostiles, pero por ese año, y hasta 1821, todavía éramos la Nueva España). "Vuestra excelencia se halla enterado ya, por mi correspondencia, que este gobierno no se ha propuesto nada menos que el de fijar sus límites en la embocadura del río Bravo, siguiendo su curso hasta el grado 31 y desde allí tirando una línea recta hasta el mar Pacífico... Parecerá un delirio este proyecto a toda persona sensata, pero no es menos seguro que el proyecto existe".
Aquel proyecto se hizo realidad 35 años después, en 1847, con absoluta exactitud, pues Nogales, Sonora, nuestra frontera actual, está precisamente en el paralelo 31. Esto sabíamos desde 1812, pero ni los virreyes españoles ni los posteriores gobiernos mexicanos, independientes a partir de 1821, tomaron previsión alguna: estábamos muy ocupados en pelearnos entre nosotros mismos.
Un golpe fracasado
El levantamiento popular encabezado por Miguel Hidalgo la noche del 15 al 16 de septiembre de 1810, concluyó en menos de un año con la detención, fusilamiento y decapitación de los dirigentes. De ese fallido golpe quedaría el recuerdo de las matanzas de españoles, muchos de ellos favorables a la independencia, y la escalofriante respuesta que Hidalgo diera al tribunal, interrogado por no haber sometido ajuicio a los prisioneros: "No era necesario, sabía que eran inocentes". Respuesta que hemos hecho bien en ocultar cuidadosamente a nuestros niños. Pero el último punto de los Sentimientos de la Nación, que una educación hueca y estupidizante nos hace venerar sin leerlos, exige solemnizar el 16 de septiembre como, dice Morelos, "el día aniversario en que se levantó la voz de la independencia y nuestra santa libertad comenzó".
A riesgo de contradecir a uno de los héroes oficiales, recordemos que la voz de la independencia se había levantado muchas veces con anterioridad en tumultos populares y rebeliones indígenas mucho más importantes por su número que el fracasado golpe de Miguel Hidalgo, y que nuestra libertad, santa o no, debía esperar hasta 1821, a 10 años de fusilado Hidalgo y dispersados sus seguidores, para ser realidad.
Por suerte mataron a Morelos
Mientras el conde de Aranda ve, desde 1783, la libertad de religión y las ventajas de libre comercio y libre establecimiento en un territorio inmenso, ofrecidas por los nacientes Estados Unidos, como el motor que hará del nuevo país un coloso irresistible, Morelos plantea como el segundo de los Sentimientos de la Nación: "2 Que la Religión Católica sea la única sin tolerancia de otra". ¡Zas! "4 Que el dogma sea sostenido por la jerarquía de la Iglesia, que son el Papa, los Obispos y los Curas, porque se debe arrancar toda planta que Dios no plantó: omnis plantatis quam nom plantabir Pater meus Celestis Cradicabitur. Mateo, cap XV". ¡Recontra-zas por el buen cura Morelos! Menos mal que lo mataron a tiempo y no llegó a tener poder para arrancar las plantas que Dios no plantó; las malas yerbas, claro está, habrían sido las definidas por él. Hoy de nuevo estamos llenos de jardineros obtusos, dispuestos a arrancar malas yerbas que cada quien define según sus particulares odios. El jardín de la democracia y su sana mezcla de yerbas nos sigue siendo ajeno... y repulsivo.
Otros "sentimientos de la nación"
"9 Que los empleos los obtengan sólo los americanos". "10 Que no se admitan extranjeros, si no son artesanos capaces de instruir y libres de toda sospecha". No aclara el intolerante cura el tipo de sospecha de la que deberán estar libres, y no podemos imaginar el examen de admisión al que habría sido necesario someter a los artesanos recién desembarcados para determinar que, además de ser artesanos, fueran "capaces de instruir". Y luego vamos por ahí gimoteando acerca de los daños que nos han causado los estadunidenses. Nadie nos ha tratado peor de como lo hemos hecho nosotros mismos. Qué admirable capacidad de cerrazón.
Intolerancia sin sonrojo
En 1812 Morelos lanza una advertencia a los criollos donde exige "que los gachupines se vayan a su tierra o con su amigo el francés que pretende corromper nuestra religión". Recordemos: "el amigo francés" son las tropas liberales de Napoleón que llevaban por Europa la ideología democrática e igualitaria de la Revolución Francesa. Los liberales españoles, como los italianos y otros europeos, se apoyaban en Francia para establecer monarquías acotadas por constituciones que limitaran el absolutismo real.
La masonería jugó por entonces un papel de primerísimo orden, pues por sus orígenes (macon es albañil en francés) concentraba las fuerzas populares de cada país. También para la banca internacional, con su notoria presencia judía, las tropas napoleónicas eran portadoras de nuevas libertades económicas. Marx habría de analizar agudamente ese periodo. Ante esa primera oleada globalizadora, que acabaría creando el comercio mundial y desatando las fuerzas productivas, los morelos del mundo entero cavaban trincheras religiosas y militares para evitar la libertad de religión, indispensable en la reforma a fondo de la industria y del comercio.
El Acta de Independencia de Chilpancingo comienza por llamar al congreso allí reunido Congreso de Anáhuac, iniciando así el mito azteca, mito del centro, intocado en un país centralista, pues si representaba tan específica y pequeña región no habría sido válido ni siquiera en la propia Chilpancingo, alejada del Anáhuac, mucho menos en las Californias, entonces mexicanas las 3.
Luego, tras poner a Dios como árbitro, declara que la América Septentrional: "¡no profesa ni reconoce otra religión más que la católica, ni permitirá ni tolerará el uso público ni secreto de otra alguna; que protegerá con todo su poder y velará sobre la pureza de la fe y de sus demás dogmas!".
Moral y eficacia de la violencia
Hemos reducido el debate de la violencia al de su moralidad. Aunque es importante ese aspecto, más aún para los cristianos, obligados por el evangelio a poner la otra mejilla ante la ofensa, otros rechazamos la violencia por razones más pragmáticas: porque todavía no se ha visto su eficacia.
A favor de la lucha armada se nos recitan las diversas guerras que "nos dieron patria". En particular la Independencia y la Revolución. Ya vimos que la Independencia fue el resultado de un pacto, de una negociación cuando ya el movimiento armado estaba extinguido. Las revoluciones de este siglo son todas, y sin excepción, un costoso fracaso, tanto en lo humano como en lo económico: la rusa es ya un mal recuerdo en los pueblos de Europa central, la cubana es una cárcel gobernada por un típico dictador latinoamericano, la sandinista acabó en la "piñata": la feliz rebatinga de los bienes somocistas entre los revolucionarios y la consecuente pérdida de las elecciones subsiguientes. ¿Y la mexicana? Veámosla muy brevemente.
Triunfo en 6 meses
El levantamiento armado contra la dictadura de Porfirio Díaz consiguió su objetivo en 6 meses. Si aceptamos que comenzó el 20 de noviembre de 1910, lo cual tampoco es cierto, ya el 31 de mayo siguiente Díaz se embarcaba en el famoso Ipiranga rumbo a Europa. Y sin embargo, 10 años después, 10 años, los combates entre mexicanos proseguían, las haciendas estaban en ruinas y los ejidos aún no existían, la minería estaba abandonada, el desorden económico era total. El hambre llegaba a extremos desconocidos en tiempos de la dictadura, la gente salía a comer yerbas al campo entre el paso de una banda de revolucionarios y otra de rufianes, que eran más o menos indistinguibles; el terror dominaba la vida cotidiana; cada uno de los autonombrados representantes del pueblo se arrebataba las alcaldías, las gubernaturas, la presidencia. El voto no era necesario porque cada comandante era el pueblo mismo en armas. Pero esas minas humeantes y esos millones de muertos tenían una justificación: el futuro luminoso, rico y democrático que seguiría.
No hubo tal por otros 10 años de discusiones a balazos, hasta que, dice la historia oficial, Calles consolidó el partido de la revolución en 1929. Entonces se abrieron las prometidas perspectivas económicas y de justicia social.
El Plan de Ayala
Apenas a 3 semanas de que el héroe Madero obtuviera finalmente la presidencia de México, el héroe Zapata (ahora tan de moda) lanzó el Plan de Ayala... desconociéndolo. Dice así textualmente: "Teniendo igualmente en consideración que el presidente de la República Francisco I. Madero, ha hecho del sufragio efectivo una sangrienta burla al pueblo, ya imponiendo contra la voluntad del mismo pueblo, en la Vicepresidencia de la República al licenciado José Maria Pino Suárez, o ya a los gobernadores de los Estados [todo ello en 3 semanas], se desconoce como jefe de la Revolución al señor Francisco I. Madero y como presidente de la República, por las razones que antes se expresan, procurándose el derrocamiento de este funcionario". En cuanto a las demandas campesinas que tan famoso han hecho a Zapata, exige el héroe solamente el reconocimiento a los campesinos de sus títulos de posesión virreinales. Y al respecto de la expropiación de tierras, pide "la tercera parte de esos monopolios", previa indemnización. No hay mucho de dónde sacar para estatuas. Tampoco hay manera de explicarse la simultánea existencia de avenidas Madero y Plan de Ayala. Hipótesis de trabajo: ésa es una expresión más de nuestra corrupción, una corrupción moral que nos vuelve simuladores sin principios en todos los bandos y todas las épocas, ¿o no lanzó el PRD para senadora por Chiapas a la Tigresa?
¿Frutos de la Revolución?
Cierto, se inició el desarrollo de la industria y del campo al pacificarse el país, pero lo mismo estaba ocurriendo en muchos otros países sin la cuota de muerte y destrucción aquí pagada. No se inició antes tal desarrollo a causa de la Revolución, las revueltas, la imposibilidad para invertir en un país incendiado.
Si el obstáculo para el desarrollo productivo hubiera sido la dictadura de Díaz, ese obstáculo había sido removido 20 años antes, sin que produjera el anhelado progreso ni la justicia social mencionada en todos los Planes, Llamamientos y Proclamas. En cambio, la lucha violenta, tras empobrecer aún más al país e impedir el desarrollo de la industria y del sistema democrático, dejó formalizada la doble pinza fraude-corrupción contra la que se levantaron, casi un siglo después, los neozapatistas: mas de lo mismo.
Los contraejemplos
El posterior desarrollo económico de México, hecho indudable, no ocurrió a causa de la Revolución, sino apesar de ella. Se dio en nuestro país como se dio en el resto del mundo, casi sin excepciones. Este ha sido el siglo de la ciencia, la técnica y la industria, y no a causa de las revoluciones, sino por el desarrollo científico alcanzado en la paz de los laboratorios y de las universidades.
Un país sin revolución y sin nuestros enormes recursos naturales, sin petróleo ni plata ni nuestras grandes planicies agrícolas al norte, ni nuestros buenos climas al sur, Chile, ha poseído desde el siglo pasado una clase media más amplia y fuerte que México. Chile, sin lucha armada, ha sido un país con mayores niveles educativos, mejor calidad de vida, mayor justicia social, mayor equilibrio entre poderes. Chile, sin revolución, no ha padecido nuestro presidencialismo extremo ni nuestros niveles mundialmente ejemplares de corrupción; tiene menos ricos, y sus ricos lo son menos que los nuestros, pero su pobreza no alcanza la miseria extrema que vemos en México, en el país de Zapata, Villa y otros héroes multicitados que nos heredaron viento, palabrería y destrucción.
También Argentina y Uruguay son países con un reparto menos injusto de la riqueza y con más alta calidad de vida a pesar de sus sangrientas dictaduras, gracias a que no tuvieron 10 años de revolución gloriosa que después les llenara sus calles y ciudades de esperpentos. Los 3 países sureños tuvieron guerrilla, aunque por suerte en ninguno de ellos triunfó y entraron a una democracia más sólida que la nuestra, como España, por la vía de la democracia, sin crear nuevas élites ni nuevos y más sanguinarios y más convencidos caudillos.
El país de la Revolución
En cambio, el país de la Revolución por antonomasia, Cuba, sigue siendo un país dependiente en absoluto, tanto del exterior como de su monocultivo, y si de acuerdo con la propaganda oficial dejó de ser un burdel por el triunfo de las armas castristas, ahora lo ha vuelto a ser por la miseria de su población y la apertura al turismo, como casi exclusiva fuente de divisas. La diferencia entre el burdel batistiano y el burdel castrista son los precios: una blusita de 60 pesos mexicanos es todo lo que desea una bella joven que se prostituye, un pantalón vaquero es lo que piden algunos. de los muchachos más guapos que hay sobre el planeta. Viajes baratos, sexo por chicles con hombres que le ganarían a Marcos esa "media filiación de la cintura para abajo", propuesta en una de sus tantas bromas sexuales acerca de la leche y las armas.
Cuba y México, con su.s 2 revoluciones, son los mejores ejemplos contra la vía armada como camino directo a la democracia y a la justicia social.
Convencidos de su papel histórico, los profetas armados gobiernan a nombre de un pueblo del que se llenan la boca en los discursos, mientras el pueblo real prefiere enfrentar los tiburones en llantas de auto y tablas de surf, si nos referimos a Cuba: y ahogarse en el Bravo o morir perdidos en el desierto de Arizona, en el caso mexicano, mientras huyen de "la primera revolución de este siglo".
Inmunodeficiencia infantil
Si los virus son cadenas de información genética que infectan la célula, y los virus que nos borran de la computadora nuestra tesis doctoral son también sistemas de información parásita, la mente humana es igualmente parasitable por informaciones que no se han sujetado al filtro de la razón. Esto ocurre a cualquier edad: nos influyen los demás en el vestir, hablar y pensar; los anuncios, las modas, las ideas dominantes. En los adultos esa influencia está matizada por la razón, o debería estarlo. Pero, en la medida en que un niño fue moldeado por la evolución para absorber la cultura de su pueblo, los niños están, como los pacientes con deficiencia del sistema inmunitario, abiertos a las infecciones mentales. Los niños creen todo lo que les diga un adulto. Esta credulidad es obra de la evolución porque resulta imprescindible en la creación del lenguaje, las normas sociales y todo el equipo que la presión evolutiva produjo para que nuestros ancestros prehumanos sobrevivieran en las planicies africanas.
La infancia es por lo mismo una edad propicia a las infecciones. De algunas nos salvamos: tosferina, paperas, polio, sarampión. Otras las arrastramos durante toda la vida: Hidalgo, Morelos, Cuauhtémoc, la Gran Derrota de la Conquista, el Gran Triunfo de la Independencia, el progreso que nos trajo la Revolución y los milagros de la virgen de Zapopan, que como dijo una tía, "quién la viera tan chiquita y tan milagrosa".
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